jueves, 12 de enero de 2012

EL PASO DEL TIEMPO


Antes necesitaba sólo una hamburguesa, ahora dos. Y mucho antes ni siquiera terminaba una. A los 8 años iba al Mc Donalds y la “Cajita Feliz” me resultaba grande, mientras que la Seven Up, interminable. Hoy no me llena ni un poquito aunque varias veces la seguí comprando sólo por el juguete. ¡Qué altos parecían los adultos y qué grandes y espaciosos los lugares!. 60 minutos eran más que una hora y hoy parecen 10 segundos. Mi única preocupación era agarrar la sortija de la calesita para dar una vuelta más y ahora es encontrar un trabajo para poder subsistir.

A los 22 años, mi médico de cabecera me entrega el diagnóstico más común de hoy en día: Stress. Yo pensaba que eso le pasaba a los adultos, al menos a los de 40 en adelante, pero no. Otra vez me sorprendo: las cosas no son iguales a lo que me imaginaba de pequeña. Pensé que nunca iba a estar en este lugar pero al final caigo en la cuenta de que en ciertos aspectos me transformé en una “adulta” más . Y no es que reniegue del crecimiento, reniego de la pérdida del motor que genera las ganas de vivir y de levantarse cada día y que por nuestra condición adquirida de “adultos” vamos perdiendo: la imaginación. Y con ella el ser uno mismo, despojado de todo prejuicio, preocupación o responsabilidad.

La semana pasada encontré una carpeta con poemas de mi autoría que había escrito cuando tenía 16 años y pude notar cómo la creatividad fue disminuyendo con el paso de los años. Y es que ideas tengo muchas, y muchas muy buenas, pero antes las bajaba a un papel de forma tan natural como respirar y ahora, de sólo pensarlo me da tanta fiaca que terminan quedando en mi cabeza o en un borrador sin desarrollarse. Antes venían solitas y ahora tengo que indagar en mí para buscarlas.

No quiero ser consumida por el capitalismo. No quiero que me preocupe más cuánta plata tengo que conseguir para llegar a fin de mes en lugar de cuánto tiempo libre puedo disfrutar para hacer lo que me surja. No quiero acumular billetes, sino ideas realizadas. No quiero que a la noche me gane la pereza por haber empleado mis horas en un trabajo que no me representa y tirarme a dormir. Quiero que cada minuto de mi vida se corresponda con la misión de mi alma.





María Montserrat Clemente

No hay comentarios: